Subirse a un escenario a representar la vida o las hazañas de otros es una de las experiencias más maravillosas que existen.
La primera vez que me subí fue allá por el año 1994… ¡y aún no he podido bajarme!

Es adictivo y te carga tanto de energía, que esa sensación de mariposas en la barriga dura semanas. Es algo mágico que recomiendo a todas las personas, sin importar la edad.

En mi trayectoria he escrito muchas obras, aquí os pongo las que han visto la luz de las candilejas (¡qué antiguo queda, pero qué bonito).